viernes, 26 de septiembre de 2014

La leyenda del tabaco

“Hace mucho tiempo, un príncipe tenía un hijo en edad de matrimonio, pero para desilusión de su padre, no tenía ningún interés en encontrar una esposa. El problema era que ninguna mujer tenía la belleza ni el carisma para ganar su corazón. Sin embargo, un día, el joven se fue a cazar al bosque y encontró una mujer vagando por la espesura. Ella era tan adorable que él se enamoró instantáneamente, sin pensar en lo raro que era que una mujer así estuviera viviendo tan lejos en el centro de la taiga. Deslumbrado, decidió casarse con ella enseguida y llevarla a su campamento.

El hijo nunca le contó a su padre de su repentino matrimonio con la mujer misteriosa. Hombre y mujer vivieron felices por un largo tiempo. Sin embargo, otra gente notó que la mujer era muy extraña, que parecía no tener un pasado y que comía la carne de tejones que apaleaba a muerte en el bosque.

Cuando los rumores del hijo y de su excéntrica esposa llegaron a los oídos del noble padre, éste viajó al campo de su hijo para averiguar qué había pasado, sospechando que la mujer era un bong, un ser no-muerto que es creado cuando un shutger (espíritu maligno) entra en el cuerpo de alguien que acaba de morir, traiéndolo de vuelta a la vida. Estas criaturas viven en la profundidad del bosque comiendo pequeños animales y evitando a los lobos, que los cazan.

Cuando el príncipe llegó a la casa de su hijo, encontró a la hermosa y misteriosa mujer que se había convertido en su nuera. Mandó aprisionarla y cuando sus hombres la jalaron del cabello, encontraron un ojo de más en su cabeza, signo seguro de que era un bong. El padre ordenó que fuera decapitada.

Antes de su muerte, la esposa hizo una última promesa a su esposo: “En un año, vuelve a este lugar donde mi sangre será derramada sobre la tierra y encontrarás una hermosa planta. Toma sus hojas, sé-calas y fúmalas. Te harán sentir la felicidad que sentiste junto a mí”.

El próximo verano, el joven volvió al lugar exacto de la ejecución de su esposa. En el claro había una planta alta muy hermosa, como nunca antes había visto. Tomó sus hojas, las secó, y las fumó como le había dicho su mujer. Al fumarlas, sintió felicidad y consuelo por el último obsequio de su amada.


Hasta este día, muchos hombres disfrutan de este último regalo de la mujer a los humanos. Pero, como el amor de una mujer hermosa, este obsequio tiene sus peligros, ya que esclaviza al hombre con su poder adictivo.”

miércoles, 24 de septiembre de 2014

El tabaco a través de la historia





Los orígenes del tabaco están en américa y que los europeos lo llevaron a Europa. Desde la conquista, Cristóbal  colon quedó sorprendido por aquellas costumbres, pues los indígenas la practicaban en ciertas ceremonias y no como una costumbre cotidiana y de placer, sino que se realizaban en ceremonias de paz y de purificación del espíritu, pues para ellos el uso del tabaco poseía poderes mágicos y agradaba a los dioses. El tabaco era considerado como panacea, ya que se utilizaba como un fármaco para combatir el asma, fiebres, convulsiones, trastornos intestinales o nerviosos, y también mordeduras de animales.  


Hacia 1560 el tabaco era ya conocido en España y Portugal. 


En 1584 uno de los más célebres aventureros, Sir Walter Raleigh, fundó en América del Norte la colonia de Virginia y adquirió de los indígenas la costumbre de fumar en pipa.
 
En el siglo XVIII apareció la moda del rapé. Algunos médicos lo acostumbraban a recetar como terapéutica contra el malestar de cabeza y también pare detener hemorragias.


La reina Victoria tenía una fuerte aversión contra los fumadores y se establecieron una serie de ordenanzas prohibiendo fumar a los integrantes del ejercito real. En Berlín las autoridades prohibían fumar en espacios públicos, estas ordenanzas tuvieron vigencia hasta mediados del siglo XIX.

En 1824 aparición el cigarrillo definido por ese entonces como: tabaco picado rodeado de fino papel. Este producto hechizó a pueblos como el francés y el inglés, aunque se sostiene que su patria de origen fue España, donde lo denominaban “pitillo”. A partir de esta transformación el cigarrillo empezó a fumarse en todo el mundo.
  

En el siglo XX, y durante la primera guerra mundial, aumentó en forma notable el hábito de fumar y en especial la costumbre de consumir cigarrillos. El comandante en jefe de las tropas norteamericanas cablegrafió a Washington el siguiente texto: “el tabaco es tan indispensable como la ración diaria: necesitamos miles de toneladas de él sin demora”.